El autor romántico huye de su espacio y tiempo presente y se refugia en uno lejano y remoto.
La huida en el espacio la lleva a países exóticos orientales y nórdicos, donde recrea su colorido y fastuosidad. La evasión en el tiempo lo conduce, sin ningún interés histórico, a la recuperación de misterios, leyendas y valores de la época remota medieval y del romancero.
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