Supervaloración del yo: Cansado de la sujeción a la normativa neoclásica, el hombre romántico necesita expresar sus propios sentimientos y emociones, por lo que sus obras se llenan de subjetivismo y emotividad.
Irracionalismo: Se rechaza el racionalismo ilustrado del siglo anterior y se valoran aspectos que son irracionales, como las pasiones, las emociones, la fantasía, los sueños... Si para el individuo neoclásico la verdad era igual a la belleza, para el romántico sólo la belleza es igual a la verdad.
Rebeldía: Los románticos rompen con los moldes neoclásicos y reivindican la libertad creadora del autor:
· Mezclan la prosa con el verso.
· Utilizan una versificación muy variada en poesía.
· No respetan las tres unidades clásicas de lugar, tiempo y acción en teatro.
· Combinan lo cómico con lo dramático.
· Sustituyen el didactismo por la imaginación y la sensibilidad.
Nacionalismo: En contra de la uniformidad cultural defendida por el racionalismo ilustrado, los románticos aprecian y exaltan los valores nacionales, las tradiciones populares y el folclore de cada país, recuperan su pasado y lo idealizan. En España, el nacionalismo contribuye a la recuperación del gallego y el catalán en literatura.
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